Marca: Suchard.
Producto: Turrón.
Duración del spot: 33"
Canal: Todos los canales de televisión nacionales además de plataformas de vídeo en internet.
A continuación analizaremos en profundidad los estereotipos navideños que cumple este spot.
El spot comienza con una escena en el interior de una casa decorada para la ocasión. Estamos en Navidad, y como en todos los hogares españoles que se precien cada rincon de la casa debe estar engalanado con kilos de espumillón y calcetines colgando o, incluso como en este caso, las luces del arbolito y hasta las velas encendidas durante la noche, para no aflojar con el espíritu navideño. Papá noel acaba de entrar suponemos por la chimenea que tenemos todos los españoles en el salón, y se pasea con su enrome saco y su característico traje rojo (exento de cualquier mota de hollín), su espesísima barba blanca y sus redondeces para dejar les regalos a los niños al pie del arbolito, como mandan los canones, aunque se debe haber despistado en su viaje ya que este árbol ya está copado de paquetes de regalo.
Al margen de estos detalles, nos sorprende particularmente el brillo de un objeto sobre la mesa que reflecta con luz propia dorada cual estrella de oriente. Papá Noel, deslumbrado por tal destello, se acerca a dicho objeto reflectante que no es otra cosa que el sobre envoltorio de turrón, y al ver un cachito sobre la mesa, no puede resistirse y se lo lleva a la boca sin miramientos, cuando de repente se abren simultaneas las puertas del salón y, al entrar el hasta ahora imperceptible torrente de luz, se vislumbra la sombra de quien sorprende al sobrealimentado allanador. Por un segundo la música saborea el drama, hasta que reconocemos la voz amable de la mamá de la familia, en pijama y perfectamente peinada y maquillada, quien brazos en jarra regaña a Papá Noel por haberles comido el turrón.
La reacción del anciano es la más lógica; invitar a la desvelada madre a salir volando en su trineo de renos a coger turron, pero no al super de la esquina, sino a la mismísima fábrica de turrones.
Al ampliar el plano, el entorno de la casa poco se parece al de un barrio cualquiera como Vallecas, sino que pertenece a un pequeño pueblo entre pinares de casas unifamiliares de madera envuelto en un navideño manto blanco, de los que tampoco se ven demasiado en la sierra de Ávila. Durante el viaje podemos apreciar una descomunal luna llena que alumbra el cielo y al final de una pista de aterrizaje, la fábrica coronada por el logotipo de la marca en vivo color rojo.
Una vez dentro vemos a Mamá vestida con abrigo y gorro de piloto, y por primera vez a dos pequeños elfos de traje verde y orejas puntiagudas que avanzan por delante de los protagonistas. En una primer plano general del interior que nos recuerda demasiado al visto en la fábrica de Willy Wonka, nuestra aventurera mamá cruza un burbujeante rio de chocolate mientras Papá Noel brama alegre su característico Ho! ho! ho! Y justo cuando comienza la música corporativa de la marca desde hace décadas, vemos a una docena de elfos desempolvar los sobres de turrón que llegan por la cinta transportadora. Sin perder tiempo Papá Noel espolea a los elfos a cargar el trineo de turrón ante la atónita mirada de Mamá en su segundo plano.
El trineo desaparece tras despegar y por fin, tenemos nuestra esperada escena familiar en torno al arbolito la mañana de Navidad, con Papá, joven, delgado y bien peinado, tumbado en el suelo y apenas abrigado con una camiseta ya que les sobra para calefacción y en fiestas la casa debe estar a veinticinco grados para poder disfrutarlas. Jugando con Papá y sus nuevos juguetes está la hija menor, morena y adorable, y por último el rubito hijo mayor, jugando con su nuevo tren, cerrando la familia perfecta; papás jóvenes con una hija y un hijo celebrando la navidad en torno al arbolito y montones de regalitos.
Quien culminará la escena será éste último, haciéndo la siguiente pregunta: Mamá, ¿a que a Papá Noel le gusta también el turrón de Suchard? A lo que Mamá responde con una cómplice sonrisa, mientras vemos el trineo de Papá Noel marcharse a través de la ventana.
El spot termina con un plano fijo de un sobre de turrón apoyado sobre un centro de mesa de espumillón y una vela y la familia en segundo plano mientras en pantalla aparecen en oro brillante éstas letras, que también son leidas por la voz en off de Papá Noel: "Turrón de Suchard, la magia que nunca falta en Navidad."
Además de lo mencionado, a lo largo de todo el spot es evidente el predominio de los dos colores representarivos de ésta fiesta: el rojo, presente por ejemplo en el traje de Papá Noel, las velas, la mesa del salón, los calcetines de la chimenea, las chimeneas de la fábrica, parte del traje de los elfos, el trineo, los pijamas de los niños... Y el dorado, como el irradiado por las luces decorativas, la llama de las velas, las cúpulas y paredes de la fábrica o las letras del final. Además del blanco de la nieve y la barba de Papá Noel, aunque este es un color más neutro. Curiosamente, el rojo y el dorado son los dos colores presentes en los sobres de turrón de Suchard.
Como se puede apreciar, la familia protagonista como mínimo pertenece a una clase media-alta, poseedora de una cada unifamiliar tan acogedora y con posibilidad de engalanar así las fiestas y hacer felices a sus dos hijos con montones de regalos. Más triste sería la realidad común de las fiestas de los españoles que vieran este anuncio por su televisor.
Hay que resaltar la anteposición de las tradiciones y la cultura norteamericanas a la de nuestras fiestas. Las blancas navidades con nieve en los jardines y tejados, las urbanizaciones de casas unifamiliares de madera, con chimeneas, y calcetines colgados de las mismas, el árbol y el propio Papá Noel (o el mismo hijo pelirrojo de la familia, poco común en las familias españolas), se imponen por amplísima mayoria en los spots de nuestros televisores, y poco a poco también en nuestros hogares, desplazando tradiciones antaño propias de nuestra cultura.
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